Columna en La Prensa Austral del Delegado Presidencial Regional, José Ruiz Pivcevic
El Puntarenazo fue un momento histórico y un hito que, a cuatro décadas de su acontecimiento, persiste vívidamente en nuestra memoria colectiva. La valiente manifestación de los habitantes de Punta Arenas contra Pinochet, marcada por gritos de resistencia, representa un tesoro invaluable de nuestra cultura inmaterial. Este episodio no solo evoca las luchas del pasado, sino que también se convierte en una fuente de inspiración y orientación para nuestro presente y futuro. La unión del pueblo en defensa de la democracia nos enseña que la acción colectiva es esencial para preservar nuestros valores fundamentales.
Cuando los cimientos democráticos son desafiados, es nuestra responsabilidad colectiva defenderlos con determinación y unidad. La comunidad magallánica, al repudiar públicamente a Pinochet en 1984, marcó el camino para otras ciudades del país y Magallanes, una vez más, fue ejemplo para Chile.
El pasado 26 de febrero, como gobierno rendimos homenaje a aquellos y aquellas que resistieron, a los detenidos y a los medios de comunicación que documentaron la gesta, heredándonos un registro invaluable. Se trata de archivos radiofónicos, fotográficos y audiovisuales que hoy permiten recordar y revivir el hecho a quienes estuvieron presentes. Mientras que a quienes nacimos posteriormente nos entrega un material histórico que nos permite conectar con lo que nos contaron sobre ese día que aún estremece al escuchar el repudio al dictador. Por eso, todos los registros que sobrevivieron a la dictadura son hoy un material patrimonial importante que debemos cuidar y proteger.
Cuando la sociedad se organiza, se convierte en un tejido fuerte y resiliente capaz de contrarrestar cualquier amenaza. La organización social se revela como una fuerza poderosa en la defensa de la democracia, como lo hicieron muchos de los presentes ese día en la plaza, exigiendo derechos y arriesgando sus vidas. Quinientas personas resistieron en el interior de la Catedral y dieciséis fueron detenidas, entre ellas mi abuelo, José Ruiz de Giorgio, a quien no puedo dejar de reconocer y agradecer su valentía.
Al conmemorar los cuarenta años del Puntarenazo, recordamos los momentos en los que la sociedad se unió para resistir las fuerzas que atropellaron la democracia, y también el coraje de quienes, en los tiempos más oscuros, se alzaron para defender los derechos y libertades fundamentales para que hoy transitemos libremente por nuestras calles, sin temor a que nos persigan por lo que pensamos.
En el Gobierno del Presidente Gabriel Boric, comprendemos que la democracia trasciende el acto de votar. Constituye una acción colectiva diaria, siendo la columna vertebral de nuestra sociedad, lo que nos posibilita expresar opiniones, proteger derechos y edificar un futuro compartido. Que la memoria del Puntarenazo nos motive a persistir con determinación en la defensa de los valores que nos cohesionan, siendo así el motor de nuestra sociedad a lo largo de la historia. Extiendo una invitación a todos y todas a apreciar nuestro patrimonio, adoptar los principios democráticos y participar activamente en la construcción de una sociedad justa e inclusiva.